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La inteligencia artificial ha irrumpido en nuestras vidas, para bien y para mal. En el sector educativo, la preocupación por el uso cada vez más extendido del ChatGPT y herramientas similares ha ido en aumento. Muchas universidades y profesores a título personal han prohibido el uso de ChatGPT en sus clases.
Ante la necesidad urgente de integrar adecuadamente la inteligencia artificial en el ámbito educativo, una alternativa a la prohibición es la formación de alumnos y docentes: enseñar un uso adecuado y ético, y a desarrollar competencias digitales.
Dicha formación debe ir orientada no solo a adquirir habilidades técnicas, sino también a desarrollar un pensamiento crítico y ético que permita a los estudiantes abordar, de manera consciente y reflexiva, el mundo de la inteligencia artificial.
Visto que cada vez resulta más fácil hacer trabajos escritos con la ayuda de chatbots como ChatGPT, nuestro grupo de investigación solicitó un proyecto de innovación educativa para investigar posibles necesidades del estudiantado.
En varios grupos de trabajo con estudiantes voluntarios escuchamos frases como “Sería mejor ‘aprende a usarlo bien’, no ‘no lo uses’” o “En vez de demonizar el ChatGPT, lo que tendría que hacer el ámbito educativo es dar un paso adelante y enseñar a los niños y también a los adultos que estudiamos a hacer un buen uso y a usarlo como aliado”. A partir de aquí diseñamos una intervención para estudiantes universitarios.
En una primera fase de la intervención, el profesorado implicado en el proyecto formó a los estudiantes en el buen uso de ChatGPT.
Esta formación consistía en ver potencialidades y defectos o sesgos de la herramienta, así como en ver ejemplos de los errores que cometía.
Esta formación se complementó con una charla de un experto en ChatGPT que se centró sobre todo en la parte de ética y de compartir información confidencial, aunque destacando las posibilidades que tenía el programa.
A partir de aquí los alumnos hicieron una actividad en clase utilizando ChatGPT y siempre sobre la temática de la asignatura para buscar fallos y sesgos en la información recibida.
Las actividades más destacadas y sus conclusiones se presentaron en una jornada para estudiantes a modo de congreso, donde participaron unos 40 alumnos y alumnas. Para medir la efectividad de la intervención se pasaron cuestionarios antes y después.
Nuestro estudio sobre el uso de ChatGPT trajo algunas revelaciones interesantes.
En primer lugar, se observó que el grado en que los estudiantes universitarios confían en las respuestas de esta herramienta puede cambiar si se les forma en su uso adecuado. En otras palabras, se podría decir que, antes de nuestra formación, los estudiantes creían ciegamente en lo que decía ChatGPT; sin embargo, después de la misma, comenzaron a cuestionar un poco más esas respuestas y a verificarlas con más frecuencia.
En segundo lugar, también resultó destacable descubrir que los estudiantes universitarios más conscientes de la ética y la responsabilidad digital tendían a comportarse de esta manera con mayor frecuencia. Parece que su sentido de la responsabilidad los hacía más críticos y reflexivos con el uso de herramientas como el ChatGPT.
En resumen, parece que nuestra intervención con ChatGPT no solo hizo que confiaran menos ciegamente, sino que también les animó a ser más críticos con la información que reciben en línea.
Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo la ética y la responsabilidad pueden mejorar nuestra experiencia en línea, haciéndola más segura y confiable.
Este estudio supone un primer paso esencial para la integración responsable de la inteligencia artificial en la educación y en la sociedad en general.
Los resultados resaltan la necesidad inmediata de desarrollar programas educativos que no solo enseñen el uso práctico de herramientas como ChatGPT, sino que también promuevan el pensamiento crítico y la ética y la responsabilidad digital entre el estudiantado.
Esto implica reconocer las limitaciones de la IA y fomentar una reflexión continua sobre su uso.
Además, se sugiere la implantación de modelos educativos que combinen exposición teórica con aplicaciones prácticas, lo que puede potenciar el aprendizaje significativo y la transferencia de habilidades a nuevos contextos digitales.
En última instancia, este enfoque no solo beneficia el desarrollo académico individual, sino que también sienta las bases para una integración más consciente y ética de la IA en la sociedad en su conjunto. Este estudio representa un primer paso importante hacia esta meta, pero queda mucho por hacer en términos de diseño curricular, desarrollo profesional docente y creación de entornos educativos que fomenten la reflexión y la responsabilidad digital.