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¿Cuántos colores ven los perros? ¿Es cierto que ven mejor de noche que de día? Descubrimos todos los pormenores de la visión perruna.
Los perros, considerados el mejor amigo del hombre, son compañeros fieles y fascinantes, pero ¿alguna vez te has preguntado cómo ven el mundo a su alrededor? La visión canina es distinta a la humana, ofreciendo una perspectiva única que influye en su comportamiento y percepción del entorno. ¿Te has preguntado alguna vez cómo se ve el mundo a través de sus ojos perrunos?
Los ojos de los perros son estructuralmente similares a los de los humanos: tienen córneas, lentes, retinas y nervios ópticos. Sin embargo, nuestros ojos y los suyos son un tanto distintos. Lo cierto, es que los perros han evolucionado para prosperar en entornos donde sus habilidades visuales son ventajosas. Tienen un campo de visión más amplio que el nuestro; es de alrededor de 240 grados en comparación con los 180 grados de los humanos; esto les permite detectar mejor el movimiento y las amenazas potenciales, un rasgo heredado de sus ancestros más salvajes.
Es un mito que los perros vean en blanco y negro. Hoy sabemos que los perros ven como un humano daltónico; no es que sean completamente daltónicos, sino que sus ojos están estructurados de manera similar a los de las personas daltónicas. Por tanto, al igual que en los daltónicos, tanto la luz roja como la luz verde tienen un efecto neutro sobre las neuronas y al no haber una señal neuronal que interprete estos colores, los cerebros de los perros no perciben ningún color. Es decir, donde nosotros vemos un tomate rojo o un calabacín verde, ellos solo ven un tomate marrón grisáceo y un calabacín gris amarillento con distintas tonalidades. Pero no ven ni verde ni rojo. Lo que sí perciben es principalmente los colores azules y amarillos. Y, lógicamente, esta sucinta gama de colores afecta a la forma en que los perros perciben su entorno.
Por ejemplo, un juguete rojo sobre césped verde puede será poco atractivo visualmente para un perro, ya que verá un objeto gris sobre una superficie también gris; esto cambiaría si el suelo es amarillo y el juguete azul o viceversa. Su paleta de colores está más limitada que la nuestra. De ahí que los perros utilicen otras señales (como el olor, la textura, el brillo y la posición) en lugar de confiar únicamente en el color. Y, por si te lo preguntas, los gatos, como los perros, tampoco ven en blanco y negro, sino que perciben los colores fríos y algunos cálidos como el amarillo, pero tampoco distinguen el rojo.
La forma en que están colocados los ojos también determina el campo de visión y la percepción de profundidad. De ahí que las especies de presa tengan habitualmente los ojos ubicados a ambos lados de la cabeza. Los perros, al igual que nosotros, los tienen muy juntos; en un ángulo de 20 grados, por lo que tienen mejor visión periférica que nosotros.
Las disparidades comienzan con la estructura del ojo. Los humanos contamos con tres tipos de conos, las células fotorreceptoras que nos permiten percibir el color y los perros, solo con dos. Pero tienen una ventaja en este sentido. A diferencia de nosotros, aunque los perros tienen menos conos que detectan el color que los humanos, tienen más bastones, por lo que su visión es tan buena de día como de noche; es decir, los perros tienen retinas dominadas por bastones que les permiten ver bien en la oscuridad. Sin embargo, no son tan sensibles a la luz brillante, de ahí que los veamos entrecerrar los ojos al sol. Su visión es más certera al amanecer y al anochecer, precisamente los momentos del día en los que, en estado salvaje, cazarían en la naturaleza.
Su pupila es más grande que la nuestra, en proporción a la superficie total del ojo. El tamaño de esta es crucial para regular la cantidad de luz que entra en el ojo. Para ellos, tener las pupilas tan desproporcionadamente grandes les ayuda a que entre más luz en el ojo, lo que mejora su capacidad para ver en condiciones de poca luz, una ventaja evolutiva en el pasado. Además, hay que destacar la presencia del tapetum lucidum, una capa reflectante ubicada detrás de la retina que refleja la luz después de que esta haya pasado por ella. Es como si fuera un espejo: refleja nuevamente la luz que ha pasado a través de la retina y, al recibir la luz dos veces, se incrementa la capacidad del perro para ver en condiciones de poca luz y lo que le da a sus ojos ese brillo característico que se ve en las fotografías tomadas con flash o en entornos muy oscuros.
Ya hemos comentado que los perros dependen en gran medida de su sentido del olfato y de su sentido del oído para complementar su visión. Además, hay que tener en cuenta que los perros tienen problemas para distinguir imágenes a media y larga distancia; los detalles no los perciben bien, por lo que si nosotros podemos distinguir un objeto a unos 23 metros -si no tenemos problemas de visión-, un perro requeriría de una distancia aproximada de 6 metros para verlo exactamente con el mismo nivel de detalle que nosotros los humanos.